Mostrando entradas con la etiqueta aniversario. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta aniversario. Mostrar todas las entradas

actores secundarios

/ 10 ago 2021 /
Cuando empezó la plaga todo lo urgente ocupó el lugar de lo importante. Hubo que aparcar los besos y los abrazos, los paseos en compañía, las citas, la risa y la alegría, incluso la melancolía, el sosiego y los sueños, por supuesto las tardes parsimoniosas y también las caricias. La existencia fue sometida a un bombardeo de saturación. Y todo se transformó en la prisa de quien corre sobre un suelo movedizo que no permite desplazarse del mismo sitio, en las malas noticias, en las peores noticias, en las pésimas noticias, también en cenizas, en mensajes que incendiaban todo para crear más cenizas, en cenizos y en buitres que carroñeaban en la ceniza.
Y, sin saber muy bien cómo, llegó la soledad gris, tan distinta de todas esas otras soledades ya vividas o por vivir. Dejé de escuchar tu voz, dejé de ver tu rostro, dejé de sentir tu piel, te me caíste en las profundidades de la lista de whatsapp, tan abajo que te perdí. Te me caíste de la lista de los vivos. Desapareciste. Te desvaneciste. Te devoraron las urgencias igual que ya habían roído la carne de todo lo importante hasta no dejar más que huesos resecos. Y así prosiguió la supervivencia zombificada, enclaustrada, encasillada, desnaturalizada, tan gris como la soledad gris, desterrada, trastornada y tiranizada por la urgencia. La urgencia.

Aquel millón de amigos cantados por una voz brasileña se quedaron en novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve extras. El sueño de una millonaria amistad se lo tragó un microscópico virus.
Todos se convirtieron en actores secundarios y no hubo más protagonistas en ninguna película. No éramos urgentes, fuimos apartados de la acción principal. Yo fui actor secundario en las cintas de otros y otros lo fueron en la mía. La era dorada del celuloide humano, de este cine de vidas interconectadas, se derrumbó como se derrumban los imperios en su apogeo, para quizás volver a resurgir renovado, transformado, en algún momento futuro. Quién sabe.

Nada es igual en cada nueva vuelta al sol. Hoy termino y empiezo otra. El sol también se ha desplazado en el cosmos inmenso, en su propio derrotero, y eso hace que cualquier apariencia de ciclo sea solo eso: apariencia. El sacacorchos de la vida, introduciendo todo lo que es en la entraña inexplorada de lo ignoto, trae siempre cosas nuevas y cambiantes. Nada se repite.
Hoy lo veo, en el cielo sereno de la tarde, que cae sin estruendo, sin sonido de trompetas. Quizás resurja una época nueva y en los créditos de las películas vuelvan a figurar los protagonistas en grandes letras blancas sobre un fondo oscuro.
Los tiempos parecen propicios.


horizonte

/ 10 ago 2019 /
   - Echo de menos a mi padre. Lo echo tanto de menos...
   - Lo sé.
   - Cuando era pequeño, pasábamos los veranos en la península del norte. Y siempre llegábamos a la cabaña ya entrada la noche. Todo estaba muy oscuro. En medio del bosque, yo no podía ver nada más allá de las luces del coche, pero siempre me sentí seguro porque mi padre iba conduciendo. Era como una especie de superhéroe. Lo veía todo en la oscuridad... Y ahora se ha ido y está todo oscuro. No veo hacia dónde voy. No veo nada.

(conversación entre Marshall y Ted, HIMYM)

Los mapas están llenos de líneas. Rara vez se corresponden con la realidad en el territorio, aunque no pretenden ser más que idealizaciones de conceptos o esquemáticas representaciones de algunas cosas reales. Es el lenguaje de la cartografía. En ocasiones, me he movido por encima de un meridiano o de un paralelo sin llegar a pisarlo, ni siquiera llegar a verlo. Está ahí sin estar ahí. También he intuido las líneas de nivel en las montañas o he admirado sobre el terreno la impresionante riqueza de una ribera o de un litoral, que en el mapa era tan solo una línea poco expresiva para separar las tierras de las aguas. Un rectángulo, igual a otro rectángulo idéntico situado al lado del anterior, puede ser una maravillosa arquitectura próxima a otro edificio anodino. En los mapas pasan estas cosas. En los mapas, sin embargo, nunca aparecerá la línea más sugerente que sí se puede ver en el territorio: la línea del horizonte.

El horizonte es la línea más subjetiva que se dibuja en el territorio. La más personal, la más inquieta y, a la vez, también la más apacible. Su misterio radica en que puede incitar tanto a la aventura como a la contemplación, en que une tanto como separa o en que no se sabe si está hecho de espacio o de tiempo (aunque en realidad estos dos son aspectos de la misma cosa). Si caminas, camina contigo. Si subes, sube, y si bajas, también baja. Te acompaña mientras señala tus límites. Es la línea de la utopía y es una máquina del tiempo que, cuando avanzas, te descubre el futuro, igual que si fuera una línea de presente, entre lo pasado y lo que está por suceder, barriendo los tiempos del caminante según el designio de este. Si retrocedes, oculta lo que fue revelado, en una especie de retorno al pasado. Aunque creo que este concepto depende de un factor cultural. Me explico. Leía hace unos días en un artículo que, aunque en nuestra cultura parece evidente que el pasado está detrás y el futuro delante, no es así en todas las culturas. Para los aimaras de Sudamérica, por ejemplo, es justo al revés. En la lengua aimara la palabra nayra significa "pasado" y también significa "al frente". Y la palabra quipa significa "futuro" y también se utiliza para decir "lo que está atrás". Los aimaras cuentan que el pasado está delante porque es lo único que han visto los ojos. Al contrario que el futuro, que es desconocido por estar a la espalda, donde los ojos no ven. Así, para los aimaras el tiempo transcurre como si caminaran marcha atrás y de esa manera el futuro que estaba a sus espaldas se va revelando y se convierte progresivamente en pasado, a plena vista.
Esto me hace pensar en que, tal como me estaba imaginando la cuestión temporal de la frontera de visión, los aimaras serían su propio horizonte en ese caminar marcha atrás. Pero la línea del territorio vital terminaría por ocultar lo que estaba a la vista a medida que se va avanzando (o retrocediendo, según se entienda) en un borrado del pasado, un desaprendizaje, una desmemoria de lo vivido. Y tampoco me parece muy alejado de lo que sucede en la realidad. Ay, aquellos tiempos olvidados, olvidados detrás del lejano horizonte...

En fin. Seguro que has conocido días en que ni sabías dónde estaba el horizonte, días de nieblas y de atmósferas nebulosas, días de noche sin estrellas, días de oscuridad y penumbra. Has conocido días en que el horizonte ha estado tan cerca como la distancia a la que llegaba tu aliento. Seguro que has vivido días en que el futuro era solo la búsqueda del futuro, tan difuso y tan extraviado que solo quedaba caminar.
Y estoy seguro de que en esos días no pensabas en tu perfecto caminar (o llámalo madurez o como quieras), mientras transitabas sus senderos. No lo pensabas, porque solo veías tus pasos temblorosos y abrumados por la incertidumbre. Pero la perfección al caminar es algo así de sencillo: perseguir la utopía del horizonte, como se persigue el arcoíris para conseguir la olla de oro que algún leprechaun descuidado guardó a sus pies. Ves el arco posado en una colina y vas a por él. Te encaminas hacia allí para descubrir que cuando llegas a la colina ya no está allí, está más allá, apoyado sobre esa otra loma. Y sigues y sigues. Y te llevas contigo el horizonte, que es tu presente, tu único momento y tu frontera, la línea voluble que sigue el rastro de tus días venideros.
Eso es tener una vida perfecta. Seguir tu camino, no detenerte, mientras persigues el futuro de tus mejores sueños.
Continúa. Y que los vientos te sean propicios.


tantas cosas por vivir

/ 29 mar 2019 /
       Aunque tu luz no es la más intensa,
    el cielo gira a tu alrededor.
       Qué dulce es sentir tu amor,
    qué fácil es querer así.
("Estrella", Presuntos Implicados)

Si existen todos los universos posibles, sé que hay otro universo en el que aún sigues con nosotros. En ese otro universo, la noticia terrible que ocurrió en este no es más que un mal sueño que se desvanece al despertar por la mañana. En ese otro universo conseguiste superar el cáncer y empezaste el tratamiento contra una caprichosa mutación del gen de marras, pero que para descanso de todos nosotros fue descubierta a tiempo. En ese otro universo han seguido transcurriendo los días llenos de vida.

En ese otro universo hoy estás celebrando tu cumpleaños con tu marido y con tus hijos. Allí no sienten tu ausencia. Más tarde te llamaré por teléfono para, en la distancia, hablar otra de nuestras largas conversaciones. Con lo que detesto el teléfono, imagina lo mucho que me gusta hablar contigo, que no me resulta fácil despegármelo de la oreja. Hablaremos y reiremos. Me contarás tus ilusiones y tus planes. Me contarás acerca de todo lo que llena tu corazón. Y yo estaré encantado escuchándote. También te diré que cómo pasan los años, ya cuarenta y cinco para ti y alguno más para mí, y aunque soy mayor que tú acostumbro a verte a ti como mi hermana mayor, por lo mucho que me has enseñado en todo este tiempo. Y no nos pondremos de acuerdo en quién aprende de quién, porque como decía aquella bonita canción: "Tú, en mi vida, como un barco en la distancia vas guiándome, con tu estrella iluminándome". Pero también: "Si fuera así, te sentirías como un barco en la distancia y yo guiándote, con mi estrella iluminándote". Al final, después de un largo y muy agradable rato charlando, diremos que habrá que seguir otro día. Tú debes salir rápido a hacer unos recados y a las clases en el instituto y yo también tengo asuntos que atender. Antes de colgar me lleno de alegría pensando en tantas cosas que todavía quedan por vivir. Y pese a la distancia, pese a los silencios inevitables, lo que pienso es que podremos vivirlos juntos.

En cambio, en este universo ya no estás. Solo tu recuerdo permanece. Y en medio de esta aridez en que ha devenido lo cotidiano, siento que todo lo que te quedaba por vivir ya no podrá ser y otros tendrán que vivirlo en tu lugar. Sin ti. No será lo mismo. Por mi parte, yo ni siquiera sabré hacerlo como tú, con tu energía, con tu forma tan especial de hacer brillar todo a tu paso. Los días, los meses, los años, ya no son para mí una hebra nítida donde ir anudando esas marcas vitales tan preciosas. Ahora el tiempo me parece más bien una masa informe y malgastada que va perdiendo referencias y sentidos, un estruendo que asfixia mis pensamientos.
Ya solo deseo que pase todo el viento rojizo de días y horas hasta que volvamos a reunirnos en un mismo universo, sea cual sea, donde seguirán quedando tantas cosas por vivir.


insatisfacción

/ 10 ago 2017 /
I can't get no satisfaction,
'cause I try and I try and I try and I try,
I can't get no.
The Rolling Stones, "Satisfaction", 1965.

Hace cuatro días, Elliott Smith habría cumplido 48 años. Era cuatro días más viejo que yo, hasta el otoño del año 2003 en que se le terminó la vida.
A Elliott Smith lo conocí por sus canciones en la BSO de Good Will Hunting ("El indomable Will Hunting", en la versión española). El director Gus Van Sant pidió a Smith participar en la parte musical de la película con unos cuantos temas: Between the bars, Angeles, Say yes y, por supuesto, Miss Misery, que suena durante los créditos finales y que fue nominada a los Óscar en la categoría de mejor canción original. Era el año 1997.
No sabría cómo describir lo (poco) que sé de Elliott Smith, qué adjetivos se le ajustarían mejor. Quizás atormentado, como se lo ve en el propio videoclip de Miss Misery, traje blanco, camisa verde pastel que deja ver una camiseta negra debajo, clavel rosado en el ojal de la solapa, con gafas de sol y transitando las calles mientras es seguido por un policía de tráfico. Quizás extrañamente sereno e intimista, como sus canciones, susurradas en corta distancia y directas a la piel. Quizás dominado por mareas, por adicciones y depresiones. Quizás insatisfecho. La insatisfacción, el sello de las personas que sienten del modo más intenso. El sello con el que no me cuesta identificarme.

Pensaba hoy que, si bien la insatisfacción puede resultar muy fastidiosa, no deja de ser el gran motor de los cambios más trascendentales. Es la carencia de aliento bajo el agua, el impuso para emerger y atrapar una bocanada de aire. Es la vida negando una vez más lo que debe lograrse con desempeño.
Pensaba hoy que no tendré las dádivas que más anhelo. Solo más insatisfacción. Me veo diciéndole a la vida, como le dijo Susan Alexander a Charles Foster Kane, encarcelada en la lujosa Xanadu: "Nunca me has concedido nada que deseara de verdad". Pero no lo diré. Al menos, me has concedido la insatisfacción para poder reinventarme. Ya es el tiempo.
Say yes.


estrella

/ 29 mar 2017 /
Quienes leen las cosas que escribo desde hace años saben que antes lo hacía en otro blog, close2u. Allí escribí una felicitación de cumpleaños para mi hermana, que hice pública en aquella ocasión. La fecha: 29 de marzo de 2013. En febrero de ese año recibí la noticia de que a mi hermana le habían diagnosticado un cáncer de mama, el monstruo de seis letras que cuatro años después acabaría con su vida, y sentí una fuerte necesidad de expresar en palabras cuánto amor y admiración sentía por ella. Ya lo sentía antes de que el personaje no invitado entrara en escena, cuánto más no habría de experimentarlo después de ver su fortaleza, su humanidad, su entusiasmo, su coraje y su abnegación en los momentos difíciles. Los momentos en que las personas se muestran tal como son.

Estos días estuve pensando en estos cuatro años, que resultaron ser una prórroga para llegar a conocerla más y mejor. Todavía no soy capaz de mantener el buen ánimo y de alegrarme por todas las cosas buenas compartidas con ella en todo ese tiempo, a pesar de los días oscuros, aquellos en los que me decía que le espantaba la idea de morir y abandonar a su familia. Ella estaba empeñada en vivir, hizo todo lo posible para estar con nosotros. Y estaba confiada y convencida de que se curaría por completo. Pero también tenía hecha su maleta. Por si acaso. Era persona previsora, mi hermana. Como son las personas detallistas, y ella lo era.
Estuve pensando en escribir una crónica de esos años, pero no soy capaz. Mi hermana sí había empezado un diario sobre su vida en ese tiempo. Un texto lleno de luz. Hace poco más de un año me permitió leer lo que había escrito, incluso pensaba en la expectativa de publicarlo, por si pudiera servir de estímulo a otras personas en similares circunstancias. A mí aún me falta la luz de su estrella. Demasiada amargura todavía, demasiado terror al espacio blanco. Me siento tan torpe en ese pálido vacío... No encuentro el brillo en las palabras para contar esa historia. Aún no.

Por eso, dejaré que sean las suyas las que sirvan de epílogo. Ella dijo que las últimas semanas, ese tiempo que no sabía ni pensaba que sería el último del todo, fueron las más felices de toda su vida porque nunca había sentido tanto amor. Alguien dijo alguna vez que lo que ves en el mundo no es sino un reflejo de lo que proyectas en él. No me extraña que ella recibiera tanto cariño, que lo palpara cada día en su entorno. Era el reflejo de su forma de vivir.

Hoy es 29 de marzo. Hoy, la estrella más brillante de mi cielo nocturno cumpliría 43 años.



 
Copyright © 2010 hic sunt dracones, All rights reserved
Design by DZignine. Powered by Blogger