instrucciones para desmontar una tienda de campaña

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De crío tuve juegos de construcción de esos de piezas pequeñitas y de formas variadas y colores diversos. Lo mismo te podías construir una casa, que un barco o que un avión. En la caja de las piezas se adjuntaba un folleto con instrucciones detalladas de montaje y, aunque suene absurdo decirlo, no había ningún plano de desmontaje. Parece algo lógico, puesto que el desmontaje no tenía que seguir ningún orden ni criterio más allá que el de la preservación de las piezas. Esos juegos no estaban pensados para montar definitivamente una figura. No eran maquetas de barcos, vehículos o similares, que se montan con pegamento, se pintan y se exhiben en un estante o en una vitrina. Eran juegos de montar y desmontar, según el patrón propuesto o según los dictados de la imaginación.

Del mismo modo, un refugio provisional, como lo sería una tienda de campaña, puede adjuntar instrucciones de montaje, pero no conozco ningún caso en que tenga otras para su desmontaje. El criterio vuelve a ser: deshacer el camino previamente recorrido. Si subo una montaña, para volver al lugar de partida debería descender la montaña. Sin embargo, no escapa a nadie que subir y bajar son cosas muy distintas: saber ascender no significa que también se sepa descender. Los músculos involucrados son distintos, la postura es distinta, los riesgos son distintos... Llevado a un caso más cotidiano, está la forma en que se recorre una ciudad. En su libro The image of the city, de 1960, el urbanista y escritor estadounidense Kevin Lynch explica la sensación de sentirse perdido que puede experimentar un peatón cuando recorre por primera vez una avenida en sentido contrario al que está habituado a recorrerla. A ese transeúnte le cuesta reconocer un paisaje urbano cotidiano, por la sencilla razón de que en su mente lo ha "montado" pero nunca lo ha "desmontado". La pérdida de referencias en el "desmontaje" es lo que lo lleva a esa condición de imaginarse perdido en un lugar por el que ya se ha paseado en numerosas ocasiones. Pero, eso sí, nunca en sentido opuesto.

¿Y por qué unas instrucciones para desmontar una tienda de campaña? En realidad, el título es tramposo. No voy a escribir instrucciones para desmontar nada, solo quiero hacer constar lo perdido que me he descubierto a mí mismo para volver al punto de partida. Hace más de un año decidí dejar de escribir un blog y desde entonces he caminado en sentido inverso. Pensé que sería fácil. No lo es tanto, por esa sensación de sentirme perdido. A fin de cuentas, el blog era un lugar donde volcar una inquietud del momento o algo incubado durante días, semanas o incluso meses. Una válvula de escape para un exceso de presión provocado por una ebullición de sentimientos. Es decir, la sencilla necesidad de expresarlos.

Una vez desmontada la tienda de campaña, me encuentro con que vuelvo a tener disponibles todas las varillas, lonas, cuerdas y demás, como al principio. Creo que ha llegado el momento de volver a hacer una acampada. En otro lugar, en otras condiciones, con otras compañías... eso no lo sé. Supongo que sí, porque todo se hace nuevo cuando todo comienza de nuevo.


 
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