Soy lo más complejo que has conseguido simplificar (...) Soy lo más disperso que has conseguido cuantificar (...) Soy lo más violento que has conseguido dulcificar (...)
- Luis Felipe Barrio, "El que te come las magdalenas"
Pero si ya te lo dice la misma palabra. Procede de domus.
Domesticar: convertir lo salvaje en algo o alguien apropiado para el domus, que encaje en el domus. Es decir, en la casa, en lo hogareño. O, dicho de otra forma, lo familiar, lo civilizado, la vida en sociedad, la buena educación, las buenas maneras, las sanas costumbres, la diplomacia, el rostro sonriente (y es suficiente con la mueca de la boca, he visto que no hace falta ser auténtico con los ojos), el apretón de manos, la palmada en la espalda, el respeto a lo pactado, la conveniencia y la convivencia. Asentir, comportarse, ser cordial, abandonar el salvajismo, claudicar de la ferocidad, salirse de lo agreste, terminar con la forma más íntegra de libertad, enfocar y desenfocar las hebras de la empatía.
Tal como yo lo veo, domesticar es: atar con cuerdas invisibles, encerrar en jaulas de barrotes transparentes, colocar grilletes intangibles (pero reales). Pavimentar, deforestar, esquilmar, administrar, asfaltar, urbanizar, cribar, filtrar, depurar, destilar, explotar, mercantilizar, colonizar, progresar, gobernar, constreñir... Etcétera.
No entiendes que soy de una especie de esas que mueren en cautividad, que no he sido hecho para engranar las cosas de este mundo ni para engranarme en ellas. Que, por cierto, me importan un pimiento las cosas de este mundo. Que, en realidad, soy un salvaje, un ser ingobernable, un animal indómito galopando desbocado, sin encontrar acomodo siquiera en lo recóndito de la selva. Inabordable incluso para mí mismo.
Créeme, no lo digo para demostrarte las excelencias de la vida salvaje. Nada de eso, no hay tales excelencias en el salvajismo. Eso son mitos de inconformistas, de soñadores fatuos, que intentan encontrar sus justificaciones. No las hay. Es otra forma más de sobrevivir y no hay que justificarse por eso. Yo no sé si quería esto, no sé si lo elegí en algún momento. No sé qué empezó siendo salvaje en mí ni cuándo, si fue mi carne o si fueron mis ideas o si fueron mis emociones o mis sentimientos o qué. Lo son mis recuerdos. Sé que salí salvaje, me crié salvaje y me parece que moriré salvaje. No en un domus, no entre los domesticados.
Olvídate. No seré lo más salvaje que hayas conseguido domesticar.
1 comentarios:
......me quedo muda.....y mi lado salvaje.....esta dormido... ó no ????.....pero nunca estará domesticado.....forma parte de lo que somos.....
Un beso.
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