trazos

/ 27 jul 2015 /
A veces me pienso que es un sexto sentido, otras veces me parece que es una burda forma de prejuicio. Lo extraño es que, de tratarse de un prejuicio y no de una forma sutil de percepción, el porcentaje de acierto sea tan elevado, muy próximo al cien por cien. Muchas veces pienso que sería preferible fallar antes que acertar, y así descartaría lo clarividente, lo instintivo, lo perspicaz, y lo atribuiría a mero escrúpulo. Eso haría mucho más fácil desterrar la manía y no darle más cabida en mi mente.
¿A qué me refiero? A que cuando me presentan a alguien o me encuentro por primera vez con una persona, me resulta imposible no fabricarme una impresión que, siendo la inicial, es prácticamente la definitiva, tomando como datos de gran relevancia lo que son simples y tenues trazos: los rasgos faciales, los ademanes, la forma de moverse o de hablar...
Ventaja: que casi siempre acierto a largo plazo.
Inconveniente: que casi siempre acierto a largo plazo.
Quiero decir, que la confirmación de que vez tras vez se cumple el pronóstico me hace dudar de si el método es por ello válido o si es que mi mente ya está condicionada por una serie tan concluyente de aciertos previos, de modo que cuando "ve" algo a priori intenta que se cumpla a toda costa a posteriori.

Me parece que un trazo dibujado en la corteza es la consecuencia de una manera de vivir. A fin de cuentas, es la vida un escultor que va cincelando, golpe a golpe, con precisión y constancia, la imagen de lo que cada cual ha decidido ser o, no habiéndolo decidido, ha llegado a ser, por dejadez, por azar, por lo que fuera. Genes, ambiente, circunstancias y elecciones. Repetición de movimientos hasta abrir autopistas en la propia cáscara que todo lo cubre. Cada persona se vuelve en cierta forma reversible y acaba manifestando al exterior las esencias que ha llevado durante la mayor parte de su vida en el interior.
Sin embargo, lo más seguro es que se trate de un enorme extravío por mi parte y que siga para siempre tiranizado por una forma de contemplar esos trazos. Igual que quien quiere encontrar figuras y destinos en el cielo nocturno uniendo unas estrellas con otras, aunque en realidad sean objetos tan ajenos como distantes entre sí.

Dos fotogramas del film "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain" ("Amélie").
En ellos, los señores Poulain, el padre y la madre de Amélie.
(los textos: "labios fruncidos, señal de carencia de emociones", "espasmo nervioso, atestigua agitación neurótica")


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