Precisamente, el 4 de mayo por la noche también me enteré del fallecimiento del periodista Jesús Hermida. Tenía 77 años y murió en una noche de luna llena. Hermida era corresponsal de TVE en New York en el año 1969, cuando retransmitió la llegada del primer ser humano a la superficie del vecino satélite. Era la misión Apollo 11 de la NASA y fue Neil Armstrong quien plantificó su huella sobre el polvo lunar mientras pronunciaba aquella frase tan repetida posteriormente del pequeño paso y el gran salto. "That's one small step for man, one giant leap for mankind". No sé qué estaba haciendo mi madre en ese preciso instante, si estaba presenciando el gran acontecimiento o si estaba ocupada en otros menesteres. Lo que sí sé es que ese veraniego 20 de julio yo estaba calentito dentro de ella a poco menos de un mes de asomar la cabeza a este mundo de lunáticos. Y ser un lunático más en el mundo de los lunáticos.
La primera persona que puso su pie en la Luna fue Neil Armstrong. La última, hasta la fecha, ha sido el astronauta Eugene Cernan, el 11 de diciembre de 1972, apenas 3 años y unos meses después. Cernan fue el comandante de la misión Apollo 17 de la NASA, la última del Programa Apollo con destino a la Luna (en las posteriores, el destino fue la estación espacial Skylab). Cuando Cernan abandonó el satélite, junto a la huella de la última pisada de su pie en la superficie lunar, dibujó con el dedo en el polvo las iniciales del nombre de su hija: TDC, Teresa Dawn Cernan. En una entrevista, el propio astronauta contaba que allí siguen y seguirán durante siglos esas iniciales junto a la huella, puesto que al no haber atmósfera en la Luna, ni viento ni lluvia podrán borrarla. Tampoco nadie que pase por allí. Lo que no ha tenido en cuenta es que alguna diminuta piedrecita espacial impacte sobre la superficie lunar, precisamente por la carencia de atmósfera, y con el choque levante una polvareda que termine por hacer el mismo efecto que un borrador sobre la pizarra de un aula. En fin, aun así será como cuando Saint-Exupéry miraba las estrellas, sonando como cascabeles, con la noticia de que la rosa de su petit prince seguía luciendo toda su hermosura a salvo del cordero.
Contemplar un cielo nocturno despejado puede ser muy revelador. La Luna es apenas la puerta de acceso a un espacio gigantesco. La palabra "gigantesco" incluso es ridícula para calificarlo, pero.
Es cierto que "Tierra" seguirá siendo un término que se use para referirse a la Humanidad. Es el hogar por excelencia. Por más que se hable de la exploración espacial o de la posibilidad de colonizar otros planetas, eso no cambiará. Sin embargo, la exploración del cosmos, el haber llegado al umbral de esa puerta redonda, de plata, tan próxima y a la vez tan distante, no solo ha sido un gran salto para la Humanidad. También ha sido un gran baño de humildad.
Qué minúsculos se deben de percibir, desde allí arriba, los desvelos, los sinsabores, las preocupaciones, las ambiciones, las rivalidades, los éxitos, las enemistades, las alegrías y las penas de los humanos. Qué silencio, qué tranquilidad, qué diferente perspectiva. Qué pequeños, los hombres. Qué insignificantes y a la vez qué preciosos y singulares.
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"La canica azul", la Tierra vista desde el espacio, nombre que se dio a esta famosa foto tomada por Eugene Cernan en el transcurso de la misión Apollo 17. |
2 comentarios:
Nos venos desde la luna tan insignificantes, igual por eso cuando te abstraes de los problemas terrenales te dicen que estás en la luna ..ainss
Sí, es bonito pensado de esa forma.
Me recuerda al comienzo del poema "En la Luna", de Jaime Jaramillo Escobar:
Me han dicho
—a modo de crítica—
que vivo en la luna.
Les he dicho
—a modo de crítica—
que viven en la Tierra.
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