"Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió.Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió.Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió.Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió.Y así como la batalla, fue que un reino se perdió.Y todo porque fue un clavo el que faltó".
(De Jacula Prudentum, 1651)
Dicho con otras palabras: la diversión de jugar a la historia-ficción. Cualquiera puede jugar.
En los últimos años, he comprobado que muchos juegan por interés, para imponer una idea política, para tratar de corregir lo que no debió suceder cambiándolo por lo que sí debió suceder, para moralizar, para propagar ideas o formas de pensar más "correctas" y por otros motivos similares. Todo esto me parece estúpido y no me interesa en absoluto. Me sobran los Ministerios de la Verdad, tan en boga y tan orwellianos. La Historia es la que es, por más que los hechos se quieran tergiversar por conveniencia. Un pasado no se puede elegir como se elige un traje del armario, que siente bien para la ocasión señalada. En todo caso, lo único que queda de la Historia es aprender una lección. Nada más.
Pensaba hace algunas semanas en una reconstrucción de la Historia algo preocupante. Pero ya he dejado claro que me tomo este ejercicio de escribir ucronías como una mera oportunidad para la imaginación, saltando de hecho probable en hecho probable, dentro de un mar de hipótesis imposibles de comprobar.
Pensaba, estaba diciendo, en que mi país parecía condenado por los hilos caprichosos de la Historia a quedar enredado en una larga dictadura al comenzar los años 40 del siglo pasado. El hecho innegable es que así fue. Esto no hay que suponerlo: es lo sucedido.
El relato condensado de los hechos puede ser así: En el año 1936, una insurrección militar contra el gobierno democrático de la 2ª República Española y con la posterior ayuda de los regímenes totalitarios alemán e italiano, desencadena una guerra civil que termina 3 años después con el fin de la República y la instauración de una dictadura de orientación fascista. Unos meses después estalla la guerra en Europa y cobra dimensión mundial. La guerra termina en 1945 con la derrota del Tercer Reich y las potencias del Eje. Las democracias europeas reconstruyen el continente con la colaboración de sus aliados de ultramar, mientras que España, que durante la guerra se ha mantenido neutral y no está entre las naciones derrotadas, se mantiene aislada con su gobierno dictatorial durante varias décadas más.
Hasta aquí lo sucedido. Pero hay dos cosas que podrían haber sido distintas y provocar cambios subsiguientes. Por ejemplo:
- Caso A. Que el gobierno republicano hubiera sofocado la rebelión franquista y hubiera resultado vencedor en la guerra civil española.
- Caso B. Que el régimen franquista, vencedor de la guerra civil, no se hubiera mantenido neutral durante el posterior conflicto europeo.
Sin profundizar mucho más, puede llegarse a la sencilla conclusión de que en ambos casos se evitan las décadas de dictadura. En el A, porque la continuidad del gobierno de la República, aliado de las potencias democráticas de Europa y posicionado entre los vencedores tras la guerra mundial, se mantendría en las décadas siguientes. En el B, porque la intervención de la España franquista en la guerra la llevaría a compartir el mismo destino de la Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler, poniendo fin a la dictadura con bastante seguridad.
Estas son las conclusiones a las que se llega pasando por alto otras consideraciones más menudas a simple vista. Empero, rascando por encima de esa superficie en busca de hechos más probables, se llega a conclusiones distintas.
Partiendo del caso A: Comienza la guerra mundial. Después de la campaña en Polonia, la Wehrmacht apunta a occidente. Son conquistados rápidamente todos los países desde Holanda y Bélgica hasta el estrecho de Gibraltar. Esta vez, los alemanes no se detienen en los Pirineos, sino que agreden también a la República española y conquistan la península sin esfuerzo. En todos los países conquistados, el Tercer Reich implanta gobiernos colaboracionistas. En España, el gobierno queda en manos de uno de los generales insurrectos del 36. Ahora, el caso B y el A confluyen: una España aliada de los fascistas interviene en la guerra. La siguiente medida de los socios del Eje es la conquista de Gibraltar. El peñón es tomado por una acción de comandos y los ingleses pierden el control del acceso occidental al Mediterráneo. Con ello, la conquista de Malta, la base británica en el centro del Mare Nostrum, es llevada a cabo con facilidad. Se precipitan los acontecimientos: el Afrika Korps de Rommel avanza implacable hacia oriente y no será derrotado en El Alamein, sino que llegará hasta El Cairo y desalojará a los británicos de Egipto. Y con la caída de Yugoslavia y Grecia, todo el Mediterráneo está controlado por el Eje. Los alemanes siguen avanzando hacia el Cáucaso y la península Arábiga, controlando pozos petrolíferos de gran valor logístico. Además, la pinza alemana en Stalingrado se hace irresistible para los soviéticos, que pierden también Moscú y Leningrado y deben capitular y retirarse más allá de los Urales. Se firma la paz con Inglaterra, confinada en las islas, y Estados Unidos nunca entra en la guerra en Europa. El desembarco en Normandía nunca tendrá lugar. Termina la guerra, con el Tercer Reich e Italia controlando la Europa continental. En España, una dictadura totalitaria satélite del Eje se mantiene durante décadas, hasta que los fascismos se van agotando y los pueblos de Europa comienzan su liberación.
Es cierto que se trata de una ucronía muy distópica, pero ya dije que mi interés no era contar cuentos de unicornios y arco-iris, sino buscar los escenarios más probables aunque me desagraden profundamente.
Lo sorprendente es que una posible clave en toda esta ucronía se encontrara en Gibraltar, la montaña de Tariq, el lugar por el que los omeyas de Walid I desembarcaron en la península en el año 711. Rastreando en la Historia las vicisitudes de esa minúscula roca y la cantidad de veces en que pudo volver a manos españolas sin llegar a cumplirse, me pongo a pensar en la tenue frontera que separa el capricho del destino.
O en el papel de los dados en una partida de Risk.
0 comentarios:
Publicar un comentario