Cada tiempo parece esclavo de sus modas ...y hay modas que son horripilantes. En estos últimos tiempos está aún en vigor la ridícula moda de la corrección política, una moda que ha mutado tanto, cual virus furibundo, que incluso me lleva a dudar de quienes dicen moverse con incorrección política. Quizás sean esos los más enganchados. Dime de qué presumes...
Uno de los rasgos de la 'corrección de última generación', aparte de la pátina de falsedad que lo cubre todo, es el rollo de las equidistancias. A ver cómo lo explico.
Por esa misma falsedad, no es nada difícil encontrase a personas muy beligerantes pero que tratan de ponerse en situaciones de aparente equilibrio entre extremos. Ahí el doble juego de corrección: uno, por lo falso, y dos, por la aparente neutralidad. Ya digo que aparente. En realidad, hay un combate feroz debajo de la manta y tampoco importa que se note. Que sea de buen rollito, eso sí. Porque otro de los rasgos del correcto-político-de-última-generación es que tiene que ser cool, ir de guay. Es alguien muy mainstream, un esclavo de la moda imperante, como decía al principio. Le gusta ser querido por los que él quiere que le quieran y odiado por los que él quiere que le odien, y sus esfuerzos estarán dirigidos a conseguir esas relaciones de amor-odio diseñadas de antemano. Pero, ojo, es muy posible que no busque el odio de los distintos ni el amor de los parecidos y, por eso, su corrección se convertirá en un ejercicio de equilibrismo complejo e incoherente. Ah, sí, se me olvidaba decir que otra cualidad inherente al correcto-político-de-última-generación es que, sin que él mismo sea capaz de apreciarlo, puede acumular niveles de incoherencia gigantescos.
Para comprender el asunto del equilibrio hay que entender los conceptos aristotélicos de vicio y virtud. Según Aristóteles, una virtud es una cualidad que se sitúa en el término medio entre dos vicios opuestos. Ahí aparece la cuestión de las equidistancias, la virtud en medio de los extremos. Por ejemplo: entre los vicios opuestos de la avaricia y la prodigalidad está la virtud de la generosidad. Entre la cobardía y la temeridad está la virtud de la valentía. Y así. El correcto-político-de-última-generación sabe que los extremos son malos y que hay que situarse siempre en el punto medio, el de la virtud, el diálogo, la apertura de mente... Suena bonito en teoría. En la práctica es un desastre. El correcto-político-de-última-generación equivoca los extremos y se inventa escenarios inexistentes. Por ejemplo: detecta la cobardía y la valentía, y lo que hace es situarse en medio, pidiendo a los cobardes que sean un poco más valientes y a los valientes que sean un poco más cobardes. Sugiere a un Estado de Derecho que dialogue con terroristas, como si ambos fueran vicios extremos. Se pone a mediar entre demócratas y totalitarios, buscando la virtud política donde nunca podrá ser encontrada.
Como no comprende la diferencia entre un vicio y una virtud, acaba confundiendo la virtud con un vicio.
0 comentarios:
Publicar un comentario