residuos

/ 28 jun 2015 /
"Or un baobab, si l'on s'y prend trop tard, on ne peut jamais plus s'en débarrasser. Il encombre toute la planète. Il la perfore de ses racines. Et si la planète es trop petite, et si les baobabs sont trop nombreux, ils la font éclater".
Antoine de Saint-Exupéry, "Le Petit Prince", cap. V

Tengo la vida llena de residuos. Se van amontonando sin que les ponga orden ni nombre ni etiqueta ni sentido ni concierto. Solo son residuos, me digo. Algunos son míos, otros son ajenos, da lo mismo, todos ellos han sido vomitados por las mareas de la vida y han arribado a las arenas de mi playa. Residuos apilados en estratos difusos, en capas que se confunden, sedimentos de eras que se mezclan sin remedio.
Ya quisiera que un camión de recogida de basuras pasara a llevárselos, pero ninguno hace escala en este lugar remoto. Primero eran apenas unos pocos, no estorbaban. Después se acumularon más y más hasta que moverlos se hace muy difícil. Lo intento, lo intento. Es la roca de Sísifo, empujada sin tregua cada día y que siempre vuelve al punto de partida al comienzo de una nueva jornada.
Ahí os quedáis, residuos.

Podría haber intentado incinerar estos residuos en los fuegos del solsticio. Podría... Pero el solsticio llegó inadvertido, raudo y discreto. El año llega a su ecuador, la Tierra recorre el arco de media traslación, sin que las páginas del calendario hayan tenido tiempo de amarillear. Qué prisas, me digo. La piel todavía vestida de invierno, aunque sé por la luz que la primavera lleva instalada meses que parecen siglos que parecen breves instantes. Sí, lo sé por la luz.
Y estos días aparece distinta, la luz. El humo de las hogueras permanece en un ambiente plomizo. Visible o invisible, yo sé que está ahí, flotando en el aire, siendo la tela de un fino manto tejido por una única e infinita nube blanquecina y a la vez grisácea. Lo percibo, lo respiro, huelo su aroma de cenizas, lo veo o lo imagino. Pero está ahí, cubriéndolo todo, impregnándolo todo.
Luz casi desmayada y pálida, de poca fuerza pero intensa en emociones. Luz como la de una mañana muy luminosa de lluvia, que se mezcla sin saberlo con la artificial de una lámpara, con el sabor del desayuno en la mesa y el repiqueteo suave de las gotas de lluvia en el vidrio de las ventanas.

Una vez más, la luz.


2 comentarios:

{ H } on: 30 de junio de 2015, 12:28 dijo...

.........dicen que en San Juan.......hay que sacar los residuos .......para quemarlos......pero siempre hay algunos que están tan apegado a tú piel....que forman parte de lo que somos....................de esos es casi imposible desprenderte.....................me alegro infinito......de que vuelvas.....

{ raindrop } on: 1 de julio de 2015, 10:24 dijo...

La solución podría ser, entonces, entrar uno mismo al fuego, ser ave fénix y resurgir renovado de las cenizas.

:) Muchas gracias, muacks!

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