la serpiente

/ 6 oct 2022 /
Una de las historias más antiguas de nuestro pueblo relata cómo todas las personas vivían en una aparente armonía en el principio de todas las cosas y cómo las diferencias eran entendidas como una bendición de la naturaleza en su propósito de enriquecer a todas sus criaturas, igual que la variedad de plantas y animales en la jungla es la mayor riqueza que atesora al tiempo que sostiene su equilibrio, la variedad de los frutos en la cosecha es la felicidad de los campesinos en las fiestas o la diversidad de las partes en el cuerpo es lo que permite un maravilloso funcionamiento del organismo. Pero los ancianos y los sabios recelaban. Ellos vaticinaron la desgracia que sobrevendría mientras escudriñaban en el cielo los jirones de nubes, hilachas oscuras casi imperceptibles que se elevaban desde los poblados. Cada resentimiento, cada prejuicio, cada conflicto aletargado, cada asechanza, cada menosprecio y cada soberbia ardían en las hogueras de las habitaciones de las gentes y su humo sutil iba engordando la tormenta que se avecinaba.

Sucedió al fin que la atmósfera se cubrió de nubes tan espesas y tan lóbregas que parecía que la misma noche se hubiera adelantado sin ser anunciada. Entonces se desató la lluvia durante tres jornadas, sin descanso hasta que el cielo volvió a mostrar el brillo de sus días luminosos. La oscuridad extemporánea había cesado. Pero, desde las montañas circundantes, el agua de las lluvias encontró los cauces para descender hasta los poblados y separar las moradas a uno y otro lado del río que fue creando. Ese río se cubrió de escamas y se transformó en una serpiente terrible que atacó a las multitudes de una y de otra orilla, envenenando a unos contra otros. Se desplazó por todo el territorio, retorciéndose y agitándose, sembrando su peste entre la humanidad, devorando y destruyendo, separando lo que desde el principio había permanecido hermanado.

La serpiente siguió creciendo y alargándose. Viajó hasta alcanzar todas las tierras, todos los continentes. Siguió dividiendo pueblos y distanciando a gentes, siguió envenenando, enfrentando y asolando.
Cuando terminó la Era del Agua, llegó el momento en que las personas se sometieron al dominio de la serpiente y se acostumbraron a su presencia. Y comenzó la Era del Viento. Y el nombre que nuestro pueblo dio a la serpiente fue «Frontera».


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