galope tendido

/ 18 jun 2023 /
Saturno devorando a un hijo. La imagen es demencial. Como si estuviera pintada por un demente. Como si el retratado fuera un demente. Como si pintor y retratado fueran ambos dementes. El caso de Goya tiene más que ver con su sordera y su amargura, pero lo de Saturno es otro cuento. Saturno es el nombre romano del tipo al que los griegos habían llamado Cronos. Y también había otro Chronos, del que este Cronos parece ser una asimilación o paquete-resumen o algo así. El dios del tiempo, la personificación del tiempo, el titán, todo en uno.
El tiempo es una locura. Antes de que existiera el universo, no había nada. Nada. Ni el tiempo. Con la aparición del universo, el tiempo se pone a cero y empieza a correr. Y, desde entonces, a toda pastilla, a galope tendido, sin freno, hasta que se lo trague alguna singularidad. Y el dios griego cabalga sobre este corcel desbocado o es él mismo el corcel desbocado. Está tan desequilibrado que se carga a su padre y luego a sus hijos según van naciendo. En fin... ya me lo decía un amigo hace unos días: los seres humanos perdonan a veces, pero el tiempo nunca perdona. Es cierto. Siempre te acaba alcanzando, por mucho que corras.

¿Es la vida como un tetris? Ella a su ritmo (a galope tendido, por supuesto) y va dejando caer oportunidades, embrollos, obstáculos, quebraderos de cabeza, venturas y desventuras, para que cada cual los vaya encajando o apilando como quiera y los vaya aprovechando como mejor le parezca. Pero nunca se detiene para que vayas ordenando ese hilo de vida. No se para si se te han roto las entrañas, si ya no puedes más y necesitas un descanso, si todo eso que te ha ido cayendo encima te está sepultando bajo su peso. Él sigue adelante. Ni siquiera se detiene para que te apees si es tu elección. Nada de eso. O te bajas en marcha o sigues en la grupa del caballo loco. Hay quien se da maña y le va bien. Encuentra la forma de dilatar el tiempo, de ralentizarlo, de estirarlo lo necesario para maniobrar a la velocidad oportuna. Como si domara el potro salvaje. También hay quien no es lo suficientemente rápido y se gana un game over prematuro y quizás un gracias-por-haber-participado. Es amplia la galería de los perdedores. Aunque están todos aquellos que, para ganar siempre, lo que hacen es perder lo importante y también están todos aquellos que, perdiendo, terminan por ganar lo realmente valioso. Qué complicado es esto.

Victorias y derrotas, ganar y perder... Dejo que lluevan las figuras del tetris, dejo de montar puzles, dejo que galope el corcel, dejo que me atrape el tiempo.
Entonces se hace la calma, desaparece el ruido.
Y entonces lo veo todo con una claridad que nunca habría imaginado.


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