per aspera ad astra

/ 27 abr 2023 /
"No echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y volviéndose contra vosotros os despedacen".
                                             (Evangelio de Mateo, cap. 7, vers. 6)

Los griegos las llamaban margaritas (μαργαρίτης), aunque con la mención de esta palabra lo más corriente es que se piense en las flores. No tendría mucho sentido hablar ahora con detalle del proceso que lleva a la formación de las perlas, porque es algo muy conocido. Curiosamente, estas piedras preciosas no se extraen de ninguna mina (como las esmeraldas, los rubíes, los diamantes, los zafiros...), sino del interior de un ser vivo. Me asombró cuando de pequeñito me contaron eso de que una mota que se introduce en una ostra acaba convirtiéndose en una perla. Cuando soplaba el cierzo, recuerdo que muchas motas de polvo se me metían en los ojos y, todo lo más, me hacían lagrimear bastante. Imaginaba cada perla como una gran legaña redondita que les salía a las ostras, de tanto llorar a causa del dolor provocado por esa mota intrusa dentro de su concha, incapaces de quitársela. Poco a poco, iban cubriendo su aflicción con capas y capas de nácar, dando brillo y belleza a algo tan molesto. Per aspera ad astra: por el sendero áspero, hacia las estrellas. A nadie le gusta sufrir (exceptuemos a algunos masoquistas), no es deseable el sufrimiento. Pero sí que se puede decidir qué hacer con el dolor cuando se presenta implacable de visita. Incluso hay quien consigue fabricar perlas.

En los años vividos, he conocido varias perlas. Sencillas, hermosas. Con brillo natural, no deslumbrante, pero sí muy atractivo. Personas resilientes que se han sobrepuesto a la adversidad y me han servido como ejemplo, aunque muchas veces lo siga a gran distancia. No soy tan resistente al desaliento. Me llama la atención, empero, que últimamente las veo más apagadas que nunca. Quizás haya averiguado la causa...
Algunas leyendas nos han contado historias de personajes poderosos y extravagantes, como Cleopatra o Calígula, que disolvían perlas en vinagre para bebérselas o para elaborar salsas para los platos de pescado o de lo que fuera que terminara en sus menús. No sé cuánto hay de cierto en estas historias, pero sí que es cierto que el ácido acético del vinagre ataca al carbonato de calcio cristalizado de las perlas hasta disolverlas. Las perlas soportan muy mal los ambientes ácidos.
Y creo que esta es la causa de que tantas perlas estén en peligro de extinción. Después de soportar angustias, resulta que lo que se les hace insoportable son los ácidos, los espíritus avinagrados que tanto proliferan por doquier. Y sería una lástima que seres tan emocionalmente improductivos, tan parcos en buenos sentimientos, llegaran a conseguir que toda esta belleza perlífera que ilumina infinidad de vidas quedara arrasada para siempre. Diluida en un mortal baño de ácidos.




2 comentarios:

{ raindrop } on: 27 de abril de 2023, 15:39 dijo...

Con todos ustedes otro viejo post de close2u [el viaje de raindrop], este es del 25 de abril de 2012.
He querido recuperarlo porque después de casi 11 años exactos (11 años y 2 días) me ha parecido más actual que nunca. Parece que, por desgracia, la tendencia es en esta dirección.

{ Hesterbeat } on: 27 de abril de 2023, 22:31 dijo...

Todo apunta a que este cambio climático nos trae verdaderas tormentas ácidas.

Lo mismo hasta agradecemos volver a ser mota o grano de arena o cualquier otra unidad insignificante que, al menos, resista.

"Sigue nadando". Gracias.

Publicar un comentario

 
Copyright © 2010 hic sunt dracones, All rights reserved
Design by DZignine. Powered by Blogger