Perséfone

/ 29 mar 2018 /
Hay una antigua historia sobre un rapto. Es una historia que la genialidad de Bernini convierte en mármol blando, suave y exquisito, a pesar de la crudeza de los gestos. En esa historia, llena de las truculencias de los relatos protagonizados por los dioses clásicos, una muchacha es secuestrada por su tío para casarse con ella a la fuerza y la reacción de la madre deja conmocionada a toda la naturaleza con su aflicción. Pero hay quien ruega y la muchacha vuelve. Hades, el oscuro tío, la libera por medio año con la condición de que después retorne al inframundo para permanecer a su lado la otra mitad del año. La vida y sus ciclos, una vez más.

Perséfone ha vuelto. Y aunque Hades no termina de soltar a la hija de Deméter, ella ya está aquí de nuevo. La madre tornará su duelo en júbilo. Los últimos zarpazos de Hades sacudieron con violencia cada rama de cada árbol y cada hoja, ya muerta, fue removida de los brazos desnudos. Providencial para poder recomenzar. Ahora, los esqueletos de madera se han cubierto de una fina pelusa verde, los ancianos de los bosques vuelven a ser adolescentes lampiños sorprendidos por sus nuevos brotes. La luz es una niebla que todavía sigue interpretando melodías en modo menor, pero con la promesa de días más largos pronto cambiará sus partituras.
La sangre de la ciudad también es de luz y corre ahora más rápida por sus arterias al ritmo que marca Perséfone. Luego remolonea cerca del ocaso. Poco después, las calles se pintan de anaranjado vapor de sodio en la hora en que los maniquís de los escaparates quisieran desentumecerse por un rato al fin de la jornada laboral. Hades sigue al acecho y se nota su abrazo frío. Quizás llueva. Puede que una lluvia fina, tan fina que no se escucha el sonido que hace al caer ni se percibe sobre la ropa hasta que ya es demasiado tarde, toda empapada. Entonces las ruedas de algún coche al pasar por encima de los charcos pondrán sintonía de salpicaduras en el silencio de la noche. Y la ciudad empezará a dormirse.

Perséfone ha vuelto. Con paso titubeante todavía, mostrando una bisoñez impropia de quien tan bien conoce el oficio.
Pero.
Hay también otra Perséfone que hoy cumpliría años y que ya no los cumple, que era primavera y que ya no vuelve. Seguirá el invierno en el corazón mientras Hades la retenga.



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