hearthfire

/ 30 sept 2022 /
Treinta pequeñas revoluciones contenidas en la doceava parte de la gran revolución. Y así es en cada ciclo. Hoy es la última de esas treinta, que se irá para siempre, se esfumará, quedará como una temblorosa ilusión amontonada entre recuerdos olvidados. Y así es en el enorme conjunto de las épocas.

Septiembre es un sol infantil, tímido y huidizo en algunos momentos, juguetón, sonriente y jubiloso en otros.
Es un alquimista que prueba en su laboratorio la fórmula arcana de la frontera entre estaciones, y mezcla gotas de otoño vertidas en un matraz de verano.
Es una tregua efímera entre hormigas y cigarras.
Es un cielo estival en el que fondean las primeras lágrimas, recién llegadas en su migración de cada temporada.
Es el arrullo del atardecer distraído y apacible, el silencio que anhela ser melodía, el traqueteo del tren que repta perezoso sobre eternas cintas de hierro, el atleta que refrena su carrera a pocas zancadas de la meta.
Es el óxido en la esmeralda de los árboles.
Es la última paleta de colores del estío.
Es la receta que transmuta sudores en melancolías.
Es una botella que se vacía en otra, dos nubes que chocan en la atmósfera.

Se agotan las pulsaciones en el despertador de septiembre, hasta el momento en que resuene el timbre que anuncia el final del sueño y sea tiempo de revivir. Revivir a otra etapa. Septiembre, el fuego del hogar, se extingue tranquilo. Exhala las postreras vaharadas, que apenas empañan los vidrios de los ventanales, en un último estertor antes de enfriarse del todo.
En el bosque, el avellano se despide a su manera. Agitaría su pañuelo como homenaje final si esa fuera su costumbre. En cambio, una hoja marrón se desprende de su rama y trazando lentos círculos, como una representación de los ciclos de la vida, se desliza sobre el aire tibio y planea hasta posarse suavemente en el suelo.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Copyright © 2010 hic sunt dracones, All rights reserved
Design by DZignine. Powered by Blogger