adioses

/ 20 feb 2017 /
II
Poner telegramas:
"Imposible viaje. Surgió adiós imprevisto".
Escribir cartas, diciendo:
"Ya no puedo operarme.
Tengo una despedida".
Colgar en la puerta de casa
un papel blanco, donde no esté escrito:
"Cerrado, por adiós".
Pedro Salinas, "Los adioses", Fábula y signo, 1931

El primer recuerdo que tengo de ti es de antes de que nacieras. Recuerdo que habíamos ido de visita a casa de unos amigos y papá les decía:
- Si es niña, se llamará Ana.
- ¿Solo Ana?
- Sí, Ana, a secas. (nunca fue nuestro padre muy amigo de los nombres compuestos)
Y desde ese día fuiste para mí Anaasecas, apenas una idea, algo inmaterial. ¿Qué sabía yo de cómo llegan los hermanos al mundo? Anaasecas hasta que, cierto tiempo después, ya estabas en casa hecha un pedacito de carne y envuelta en ropa diminuta. Aún no conocía que había llegado lo bueno a casa.
El último recuerdo que tengo de ti es de después de que murieras. Recuerdo a muchas personas contándome la manera en la que habías vivido, las huellas que has dejado, la inspiración que has sido. Recuerdo todas esas palabras que te describen tan bien, tal como eras. Y te sigo recordando. Y te seguiré recordando mientras me quede memoria.

Recuerdo la primera y la última vez que te vi. En ambas ocasiones estabas acostada, indefensa ante la fragilidad de la vida. Y ya no he querido verte más. No he querido ver una corteza despojada de ti, de tu ser auténtico. No necesitaba esa foto en el álbum de mi mente, ni me hacía falta esa visión para despedirte.
Despedirte...

No se me dan bien las despedidas. Solo pienso en todo lo que te estás perdiendo ahora que ya no estás y en lo mucho que me estoy perdiendo de ti. Todavía tengo la costumbre de enviarte algún mensaje, de marcar tu número, de buscarte... y luego me descubro a mí mismo paralizado, diciéndome "¿qué estoy haciendo?". Todavía tengo la costumbre de hablarte como ahora, como si estuvieras. Y ya no.

No sé si pasará, no sé qué quedará. De momento, seguiré despidiéndome. Ya dos semanas. Seguiré exprimiendo el instante porque, como escribió el poeta:

Adiós. Si te digo adiós,
no nos separaremos tan pronto.
(...) esa palabra, adiós, entre nosotros.
Y ahora ya no podemos
irnos así.
Hay que quedarse.
Tenemos que decirnos adiós.
(...)
Decir adiós, adiós,
de día, de noche;
adioses negros, blancos;
adiós riendo, adiós llorando.
Juntos ya siempre por la despedida,
inseparables
al borde mismo -adiós- del separarse.


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