teoría

/ 21 dic 2016 /
Me decían que me librara del lastre del pasado y que no adelantara contingencias futuras, que viviera el presente, que es el único tiempo disponible. Y me lo decían con seguridad y con deseos de convencerme. Algunos de los que me lo decían flaquean en estos días. Su teoría no soporta el peso de la práctica. Llegan las fechas navideñas y ahora me dicen que lo que esperan es que estos días pasen rápido y sin dejar rastro. Supongo que me lo dicen porque no se han librado del lastre del pasado o porque adelantan contingencias futuras. Yo, que me he ido aprendiendo la teoría como un buen alumno, les digo que solo vivan el presente.
¿Qué significa un aniversario, una festividad, una celebración si no es por lo que sucedió un día del pasado ya remoto e inalcanzable o por cómo eso se va deslizando hacia el futuro? Con el solo presente todos los días son iguales. Sin anclas por un lado ni velamen desplegado hacia el otro. Ahí reside su contradicción.

Unos tienen el espíritu de estos días, otros no, otros incluso lo procuran o lo provocan. Otros hablan de presentes, pero no se refieren a puntos en el tiempo sino a dádivas. Celebrar regalando o regalándose.
Estos días, en un vídeo a manera de "experimento social" (qué fácil es poner la etiqueta) se preguntaba a unos jóvenes madrileños una serie de cuatro cuestiones. La primera: Quiénes son las personas más importantes de tu vida. La segunda: Qué les vas a regalar en Navidad. La tercera: Qué les regalarías si te tocara la lotería. Y la cuarta, y aquí ya empezaban a asomar las lágrimas, fin último de casi todo "experimento social" y una manera más de provocar ese espíritu tantas veces esquivo: ¿Y si fueran sus últimas navidades?

¿Qué le regalarías a la persona que más te importa si estas fueran sus últimas navidades? Al responder a esta pregunta, el entrevistado empieza a pensar menos en sí mismo, en lo que le gustaría regalar a él, y piensa, sobre todo, en la persona que dice que le importa. En su bienestar completo, en sus necesidades reales, en lo que pudieran ser sus deseos más íntimos. Casi en una despedida con buen sabor de boca, aunque una despedida a fin de cuentas.
Pero creo que todo esto vuelve a ser teoría, que nadie regalará pensando en que esta es la última navidad de la persona querida, porque nadie se quiere despedir ni quiere vivir en un perpetuo adiós. Cada cual seguirá viviendo como si todo fuera para siempre, dando tumbos con la teoría y con la práctica, lo mismo que en tantas otras ocasiones.
Ellos no lo harán y yo tampoco lo haré, porque se me sigue dando mejor la teoría que la práctica.




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